sábado, 29 de agosto de 2015


Mejor sería mentir pero no miento,
porque llamar nostalgia a lo que siento,
cuando es amor, me deja insatisfecho.
El vendaval que me recorre el pecho
no es débil soplo sino helado viento.
Lo que en el corazón y el pensamiento
continua siendo abrasadora llama
y no fugaz recuerdo de un momento
no se puede negar, y es voz que clama,
sin que nadie la escuche, en el desierto.
Quien niega en esta vida el sentimiento
que nos regala Dios cuando nacemos,
merece la condena del infierno
por ciego, por cobarde y por blasfemo.




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