martes, 1 de septiembre de 2015


Aquella fue una noche larga, lluviosa y fría.
Mirando tu ventana, calado hasta los huesos,
dejé pasar las horas, 
y al clarear el día pareciste salir 
no del portal sino de mi memoria.
Tú que no me esperabas,
yo siempre te esperaba
-y quizá aún te espero-;
Miradas que se hablan y escuchan en silencio;
dos corazones tristes, solitarios,
tratando de explicarse inútilmente
porque el amor se siente, no se explica.
Si aquello no fue cierto, nada es cierto:
Yo soy en que era entonces todavía,
y lo seré hasta que me despierte.


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