jueves, 21 de agosto de 2014

MIS FANTASMAS














De la pared colgaban unas ristras de ajos.
Viejas supersticiones impregnaban la casa
De aromas del pasado. Nadie limpiaba el polvo.
Huérfanos de lectores, reposaban los libros
Sobre oscuros estantes, secos y apolillados.
En aquellas estancias, decadentes, sombrías,
Convivía con fantasmas que nunca me asustaron,
Y que me hablaban con la voz del viento.
Quién sabe si algún día, cuando sea uno de ellos,
Querrán contarme qué buscaban en mí,
Y por qué, de repente, ya no les intereso.
Cuando compré otros libros semejantes a aquellos,
E hice limpiar y reamueblar la casa, enmudecieron.
Siguen aquí, pero no son los mismos;
Cambié su mundo y los maté de nuevo.
Tampoco yo logro identificarme con objetos sin alma,
Y sólo me alimento de recuerdos.