jueves, 28 de abril de 2011

POEMA III

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Como el sol en invierno y la nieve en verano,
aquel amor nació ya condenado a no durar.
Se deshojó como la flor de un sueño.
Sudario de silencio, caracola sin mar, cielo sin luna,
lápida con dos nombres bajo la que reposan
dos vidas rotas por el mismo hachazo.
No pudo ser, no fue, ni será nunca 
lo que ella y yo soñamos.
No nos separa el mar sino el abismo
del no poder ser ya nosotros mismos:
Murió el amor, nosotros lo matamos.


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