lunes, 11 de abril de 2011

BABIECA










El sol tiñe de rojo el horizonte,
Se reflejan sus brazos en las armas.
El lúgubre silencio se pasea
Con sudario de niebla por la plaza. 
Gime doliente la pesada puerta;
Vida y muerte se funden 
En el oscuro umbral
En el que se concentran las miradas.
Brota un ¡oh! de sorpresa en mil gargantas,
Resecas por el miedo, al ver la estampa
Del Campeador a lomos de Babieca. 
Relincha inquieto el animal y aguarda,
Impaciente, la orden.
Lleva flojas las riendas.
Observa en la llanura al enemigo
Que apresta contra él sus fieras lanzas,
Pero no reconoce entre las voces,
La voz que lo motiva, que lo inflama.
En los flancos no siente las espuelas
Ni en el cuello la enérgica palmada.
Se hace eterna la espera, todos callan.
Y de pronto comprende que está solo,
Que nadie va a guiarlo en la batalla, 
Y se lanza, furioso y desbocado,
En un veloz galope hacía la nada. 


1 comentario:

  1. Recuerdo que fue de los primeros poemas que te leí. Muy bello ahora como entonces encontrar lo que escribes.

    ResponderEliminar