lunes, 14 de septiembre de 2015

Voy del presente hasta el pasado solo;
Bordeo el abismo del olvido solo,
Torturándome solo, rescatando recuerdos.
Siempre solo, camino y me detengo;
Yo solo noche oscura y mediodía;
Solo con mis palabras en un mar de silencio.
Estoy cansado de cansarme solo;
De embravecerme y amansarme solo;
De ser yo solo, tú y el universo.
Solo, comparto vida con los vivos;
Solo, voy al encuentro de los muertos. 
Yo solo soledad, yo solo tiempo.






3 comentarios:

  1. Hola, espero que aquí podré expresarme libremente sin que sus amigas se den por aludidas.
    La espiral de la soledad podría intitularse su poema. La soledad del hombre, acentuada por su condición de poeta. El "solo" repetido en cada verso conduce en espiral a la conclusión final, de que somos soledad y tiempo. Todo lo demás es pasajero, anecdótico, circunstancial. "Un número indeterminado de átomos flotando en el vacío, alejados unos de otros, que, ampliados millones de veces, nos dan esta apariencia ilusoria. Si pudiéramos continuar ampliando la imagen muchos billones de veces más, tal vez llegaríamos a conocer a Dios". Esto lo escribió usted y se lo escuché decir en Madrid hace… ¿dieciocho años? En una conferencia que dio un paisano suyo, también poeta, en el Ateneo. Fueron mis primeras vacaciones en España, y me impactó esa idea suya de Dios. Ya ve, una eternidad después vuelvo a encontrarlo. Cosas del azar electivo. Cuando di con su blog hace poco más de un año, lo reconocí. Apenas a cambiado físicamente, pero le veo más triste y más serio que entonces. Parece una novela, ¿verdad? Sé que es difícil que me recuerde, pero haga memoria, yo llevaba un vestido azul.

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    1. Pues es toda una sorpresa para mí, doctora. En efecto, estuve con mi paisano Manolo -ya fallecido- en la celebración del 75 aniversario. No recuerdo muy bien lo que dije, pero ese escrito lo conservo. La vida es una constante sorpresa, y en esto, como en tantas cosas más, Breton estuvo acertado. Aunque había mucha gente y mi memoria es muy débil, Tessa, me alegra que hayamos coincidido de nuevo después de veinte años -fue en el 95-, y siento no recordar a la jovencita de entonces con su lindo vestido azul. Una vez la realidad supera la ficción. Te aseguro que continuo creyendo lo que creía entonces. En eso si que no he cambiado.

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