Y hará recuento; le faltará una
De las criaturas que dejó al ponerse,
Esa que echo de menos,
La que siempre lo recibió gozosa,
Día tras día, robando horas al sueño.
De nada en esta vida somos dueños;
Solemos llamar nuestro a lo prestado;
Ni aún a nosotros mismos nos tenemos,
Y al decir “hoy” ya hablamos en pasado.
Llamar muerte a la ley que nos iguala
Más allá de los vanos oropeles
Y temerla, es absurdo e inconsecuente,
Porque pendemos todos del presente
Como frágiles hojas de una rama.
Esclavos de las formas que nos hacen
Creernos distintos y soñar en vano
Con perdurar, en vez de ser concientes
De como el río del tiempo nos arrastra
Hacia el final para que otros comiencen.
Ella no está, mi corazón lo sabe,
Porque la noche es más oscura y fría;
Pero por cada tumba existe un vientre,
Capaz de devolvernos la esperanza.
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