Escribo, porque también soy verbo,
Y al conjugar lo que hago y siento, vivo.
Todos somos mineros de adjetivos;
lunas de ciertos nombres
que nos atraen irremediablemente.
Con las mejores flores de mi vocabulario,
Inmarcesibles, frescas y olorosas,
Voy cubriendo la senda que recorres a diario.
Me adentro en los jardines del idioma;
Busco incansable por los diccionarios;
Persigo el eco de tu voz en vano,
Y regreso con nuevos materiales,
Para erigir, a tu memoria, altares,
En los que nunca estás.
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