Si siempre he navegado por un mar de palabras,
Ahora naufrago en él, cuando las tuyas
Son un pesado lastre que atesoro y no entiendo.
Tender a diario puentes que no hemos de cruzar.
Sortear en vano, arrecifes de incomprensión y ausencia,
Llevar en la bodega bellos amaneceres compartidos,
Tantos besos, recuerdos, ilusiones, promesas…
¿De qué sirven ahora, cuando el silencio es una espesa niebla?
Si el faro del amor ya no nos guía como antaño hasta puerto;
Si día tras día arrecia la galerna, y el corazón no sabe ya qué rumbo
Seguir, para salvar del pavoroso abismo, las pocas esperanzas que nos quedan,
¿Ya todo está perdido? Pues dilo claro, y sálvese quien pueda.
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