viernes, 31 de julio de 2015


Un segundo, un minuto, una hora, 
Un día, un mes , un año, un siglo… ¡nada! 
Estéril y constante obsesión de medir, 
De dividir lo indivisible, de escalonar el tiempo. 
El amor de unas horas nos acompaña siempre, 
Porque esas pocas horas no están en los relojes,
Ni son frutos banales de pilas y resortes. 
El corazón no sabe ni entiende de medidas: 
Así la dicha eterna con la que sueñan tantos, 
Dura un fugaz instante y pasa a ser recuerdo. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario