sábado, 29 de junio de 2013

EL REGRESO












Siempre regreso al griego,
a Heráclito y al río que no veré dos veces.
Por más que te recuerde
y la esperanza, como un bumerán loco,
surque mi soledad en las madrugadas,
para acabar en manos de la nada.
Por mucho que te añore en esas horas,
en las que el alma se desvela y llora,
y el cuerpo es un volcán donde se inmolan
a lo bonzo las hembras sin complejos,
que prefieren el gozo a ser señoras.
Cuando el sol se demora y aún es pronto
para empezar a odiar al nuevo día,
te aguardo en la antesala de los sueños,
por ver si temblorosa como antaño,
siembras en mí semillas de alegría.




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