sábado, 3 de octubre de 2015



Hoy estuve conmigo ante el espejo
Tratando de aceptarme por fuera
Ahora que empiezo a aceptarme por dentro.
Puedo ponerle fecha a mis canas y arrugas:
No me sería difícil adjudicarles nombres
Pero no me apetece bautizar la miseria.
Casi al instante llegué a la conclusión
De que mi cara es uno de mis peores poemas.
Está tan mal escrita: sobre una “o” deforme
Que nunca dijo algo coherente y meritorio,
bailan como dos puntos suspensivos mis ojos.
Para qué corregirlo si apenas dice nada,
y lo poco que dice
Es tan vulgar que a nadie le interesa.
El resto de mi cuerpo son ruinas sin leyendas:
Dos piernas fatigadas de ir a ninguna parte;
Dos manos perezosas sedientas de belleza;
Un corazón cansado que amenaza pararse;
Un cerebro en penumbras; lo demás ya ni cuenta.
Hoy aprendí una cosa: los espejos son crueles
Cuando nos mienten y cuando son sinceros:
Mirarse en ellos es arriesgarse a verse. 
   

No hay comentarios:

Publicar un comentario