domingo, 8 de febrero de 2015

LAS MOIRAS


Lo que al joven distingue como bravo, en el viejo es patética osadía.
Reconocer que es tarde no es someterse al tiempo,
Ni se puede tomar por cobardía hurtar el corazón a más heridas
Cuando se ha decidido la batalla y tras ella la guerra se perdió.
Amaneceres, que ayer fueron epílogos de nocturnos de amor,
Hoy son prólogos grises, helados y aburridos bostezos de reloj.
Sobran explicaciones cuando uno ya presiente que el pasado se acerca,
Porque el futuro acaba donde todo empezó. Se oyen furtivos pasos,
Rechinar de tijeras, y entre la espesa niebla se ve, erguida y serena,
Una blanca figura contemplando impasible el hilo que cortó.  

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