lunes, 24 de noviembre de 2014

NAVE VARADA


La calle larga y ancha,
-Diría que interminable-.
Que recorríamos a diario,
Junto a ruinas romanas,
A jardines con calas,
Y a una fuente con forma
De estrella de David.
Y Europa que quedaba
Justo al lado de casa.

Resulta inevitable
Que una estación de metro
Se convierta en la séptima
Maravilla del mundo,
Y que el amor te haga
Creer que estás cenando
En Roma o Buenos Aíres.

Estas naranjas muertas
Me recuerdan a aquellas
Que ayer nos regalaban
Su dulzona fragancia
Mientras se columpiaban
En las frondosas ramas.

Pero mi mano helada en el bolsillo,
Y mi boca reseca
Sin tu lengua y tus labios
Que ayer la refrescaban,
Me devuelven al mundo
En el que ya no estás
Porque eres otra,
Que no puede, no sabe
Y no quiere ser tú.

Yo, como un vulgar mago
Que renunció a la magia,
Frente a un mar tenebroso
Tras el que ya no aguardas
Hilando y deshilando
A diario la mortaja
Que nunca imaginé que serviría
Para enterrar mi amor.

Aquí, en ninguna parte,
Una vez más naufrago en la nostalgia,
Y contemplo las velas
De mi nave varada,
Mientras se pone el sol.


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