lunes, 11 de julio de 2011

PARA FACUNDO












Ninguna bala puede silenciar las palabras.
Pero qué sabrán esos asesinos de sueños,
mas que de hambre, sudor, dolor y muerte.
Si hasta en el mismo infierno no querrán acogerlos,
el día que nos liberen de su infame presencia.
Facundo fue la lengua de todo un continente:
no se llamen a engaño, por eso lo mataron.
Porque acallar su voz sería acallar al pueblo,
condenar al silencio a obreros, campesinos,
al hombre de la calle, a la poesía.
Pero los necios siempre se equivocan
y en vez de silenciarla la amplifican.
Ahora recorre todos los rincones,
viaja de norte a sur, de sur a norte,
cual torrente sonoro y cristalino
que brota a diario en miles de gargantas.


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