Incluso acompañados todos estamos solos,
Nadie acompaña a otro en lo que siente o piensa.
Las voces y miradas a las que uno se aferra
Sólo son aíre y luz.
En el silencio aguarda la música que amo;
En los libros escucho a mis maestros;
En los folios en blanco se me ofrece en la noche,
Infinito y lascivo,
El cuerpo de alabastro de la inmortalidad.
Estoy y no me siento solo:
Mi soledad reboza de presencias.
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