Anido en tu ventana un día de primavera.
Igual que yo quién sabe si venía de muy lejos.
Ambos corrimos parecida suerte:
Nos obligaste a reemprender el vuelo.
Ella, aunque frías, logró batir sus alas
Y consiguió elevarse.
Las mías estaban rotas, y esa tarde
Me estrellé contra el suelo.
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