Vuelvo al camino, al polvo,
A desgastar las suelas,
A tropezar con infinitas piedras.
Con la sana alegría de andar de nuevo,
De ser otro y el mismo.
Y sin llevar adarga ni armadura,
Ni rocín flaco, ni calzar espuelas,
Sin espada ni lanza que me estorben;
Soy y me siento fuerte, y me levanto
Con todo el peso de mi vida a cuestas.
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