No dejemos que nada ni nadie nos obligue a blindarnos el
corazón.
Preferible que sufra, se encoja y se retuerza de dolor o de
rabia,
Y que siga latiendo, y que siga sintiendo, y se equivoque
tanto,
A que se quede mudo y helado, y no golpee furioso los muros
de su celda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario