De la pequeña hormiga al águila que sobrevuela el cielo;
De la flor diminuta al alto roble majestuoso y gigante;
De la gota de agua al lago en el que juegan las traviesas náyades;
De mi cansado corazón al tuyo que galopa en tu pecho desbocado,
No hay diferencia alguna, somos parte de un todo indivisible,
Un milagro que a diario se repite en todos los rincones del planeta.
Somos la vida, y ella nos renueva y redime como una madre diligente y sabia.
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