Pésimo agricultor, te has pasado la vida
sembrando para nada. Las semillas se pudren
y no hay mieses doradas ni rojas amapolas
ni margaritas blancas ni alondras ni jilgueros
que alegren las mañanas.
Sólo el sol que reseca tu tierra abandonada,
y nubes que no lloran en los surcos y pasan
rápidas, presurosas. ¿Por qué sigues sembrando?
¿Por qué en vez de sembrar no cavas una fosa
y entierras tu esperanza?
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