Noches sin gloria, eternas y vacías, porque
No encuentro a nadie que las quiera llenar.
Sólo la luna, en ocasiones, se muestra compasiva.
Mañanas de resaca, breves como esa despedida
Que no se me desclava del corazón, y duele,
Sin apenas doler, sólo si la recuerdo.
Tardes como hemorragias de sol entre algodones
Grises y reciclados, tan etéreos y lánguidos
Que si los miras mucho se acongojan y se echan a llorar.
Los días, como pétalos de la flor de la vida, se deshojan
Y alfombran la memoria. Multicolor concierto de recuerdos.
Puzle de un raro sueño del que no me apetece despertar.
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