Sonaron campanas
de fiesta, de duelo.
Sus lenguas de bronce
borrando silencios,
cantando alegrías,
tragedias… Y el cielo,
tan azul que hiere
los ojos al verlo.
Sonaron campanas
con adioses dentro.
Abajo, la vida;
Arriba, el misterio.
Y entre tanto ruido
de metal, los rezos,
la luz de las velas,
el olor a incienso.
Sonaron campanas,
pero yo no entiendo
su helado lenguaje,
ni quiero entenderlo.
Sólo sé que acallan
y espantan el eco
de voces que el viento
me trae desde lejos.
Sonaron campanas,
que me despertaron,
y no les perdono
robarme mis sueños.
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