Yo sé, porque la vida me lo enseñó hace tiempo,
Que el tiempo multiplica las ausencias.
¿De qué vale oponerse a los dictados
de leyes que nos atan al presente?
Pero de cuando en cuando me revelo,
Contra esa dictadura insoportable,
Y soy más yo que nunca en ese instante,
Cuando se me desangra la memoria,
Y el corazón galopa desbocado
Por parajes de sombras y silencios.
No hay nada más allá de esas historias,
De las pesadas cruces que se cargan
De por vida, sin finalidad alguna
Ni Gólgota que aguarde.
Quizá porque a los muertos no se nos crucifica.
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