Morir, difuminarse, irse
por el fatal desagüe de la vida,
y después… ¡quién sabe qué hay después!
Apenas queda tiempo de amar,
Y en ocasiones, si hay suerte, ser amados.
Son tantos los fracasos, los duelos, las heridas,
La soledad, el silencio, las ilusiones rotas,
Entremezclando siempre comienzos y finales,
Y en un fugaz esbozo, por cierre y despedida,
Para justificarnos, con las manos vacías,
Ese último consuelo de afirmar ante todos,
Que no se sufrió en vano y que creemos,
En el amor, igual que en tantas otras
Nobles causas perdidas.
El tiempo de amar es el eterno, por eso justifica la vida por breve que sea nuestro paso a través de ella.Un hermoso poema que nos deja la esperanza en el amor, siempre el amor.
ResponderEliminar¡Un abrazo, querido poeta!