Navegar por tu cuerpo como un viejo marino
Que conoce y respeta la mar donde se adentra
Feliz cada mañana.
Navegar por tus ojos como un minero ansioso
Que aquilata en silencio, esas dos esmeraldas,
Cual preciado tesoro.
Entre espuma y corales,
Y el brillo de las gemas que reflejan tu alma,
Quiero vivir en ti mi juventud perdida,
Erupcionar de nuevo apagados volcanes,
Y envolverte en el fuego que al corazón inflama.
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