Lo que al joven distingue como bravo, en el viejo es
patética osadía.
Reconocer que es tarde no es someterse al tiempo,
Ni se puede tomar por cobardía hurtar el corazón a más
heridas
Cuando se ha decidido la batalla y tras ella la guerra se
perdió.
Amaneceres, que ayer fueron epílogos de nocturnos de amor,
Hoy son prólogos grises, helados y aburridos bostezos de
reloj.
Sobran explicaciones cuando uno ya presiente que el pasado
se acerca,
Porque el futuro acaba donde todo empezó. Se oyen furtivos
pasos,
Rechinar de tijeras, y entre la espesa niebla se ve, erguida
y serena,
Una blanca figura contemplando impasible el hilo que cortó.
Estremecen tus versos.
ResponderEliminarBesos