Llegar a casa, seguro de que en ella eres tú el que te esperas,
Sabiendo que no te harán reproches
Por la hora a la que llegas ni las copas que tomaste de más,
Enseña que, en la vida,
Lo que crees malo acaba pareciéndote bueno.
Incluso la rutina, que antaño detestabas,
Es preferible a esto, que el corazón no entiende,
Cuando no hay más opciones que la resignación
Y el apurarse,
De un trago amargo y frío, toda la madrugada.
Aun siendo deseada, la soledad, tiene sus tragos amargos.
ResponderEliminarBesos