Nadie abandona nunca a quien lo ama,

Y si lo hace es un necio.

Nada, ni siquiera la muerte,

Conseguirá apartarnos del verdadero amor.

Pronto me iré dejándoles espacio

Para que jueguen a lo que he jugado,

Más a estar vivo que a sentirme muerto.

No es que me quiera ir o que me echen,

Es que hace tanto ya que me estoy yendo,

Que por simple coherencia he de marcharme,

Harto y cansado de este extraño juego.

Pero si son sensatos no me imiten,

Dedíquense a otra cosa, sean discretos,

Guarden sus sentimientos bajo llave,

No duden, no pregunten, no se esfuercen,

Que entre los ciegos basta con ser tuerto.

Mientras el sol se pone tras la umbría

Y el paisaje se puebla de dorados reflejos;

Al mirar a la luna,

Que pálida y discreta aguarda su momento,

Sueño con que algún día,

Cuando mi alma se canse de su encierro

Y reemprenda su vuelo, podré verla de cerca

Antes de irme muy lejos.  

Florecerá de nuevo este verano

como las amapolas en dorados trigales,

la inmarcesible flor de tu belleza.  

La luz que nos separa te da forma,

Traza en el horizonte tu silueta

Que quemó mis retinas una tarde

En la que fue proscrita la tristeza.

Lo inalcanzable y lo prohibido juntos

Convirtiendo el otoño en primavera.

Mientras mi nave avanza hacia el ocaso

Bajo inquietantes nubes de tormenta,

Te dejo este penúltimo mensaje

Sobre un fugaz e irrepetible instante

Con la ilusión de antaño en la botella.  

NOCHES MÁGICAS

La noche está dormida pero yo estoy despierto.

A estás horas los árboles pasean por el jardín

Cual tímidos gigantes, traviesos y risueños.

Mientras ellos se mueven, yo, silencioso y quieto,

Veo lo que no ve nadie, desde el umbral del sueño.

Sorbo a sorbo apurando agridulces recuerdos,

Y renaciendo a solas, por ser niño de nuevo.

Antes de que la aurora con rosados destellos

difumine la magia de estos breves momentos,

Cuando callan los grillos, con un blanco bostezo  

Se despide la luna tras los tejados viejos.

Antes que cante el gallo un búho ulula contento.